"Una vez vi como un detenido desnudo era enterrado vivo, dejándole solamente la cabeza fuera del pozo, apisonando la tierra después de mojarla para compactarla; esto duraba 48 horas. Ocasionaba calambres muy dolorosos y afecciones a la piel. En dos oportunidades presencié fusilamiento en este campo, el que efectuaba el primer disparo era el General Bussi".1 Ese mismo General, 18 años después, asumía por segunda vez el cargo de gobernador de Tucumán, sólo que en esa ocasión, elegido por el voto de los ciudadanos.
Esta tesis se propone estudiar, tomando como referencia fundamental al análisis del discurso y a la teoría de la hegemonía propuestas fundamentalmente por Laclau y Mouffe, el surgimiento y la consolidación en democracia del fenómeno del bussismo, fuerza política dirigida por uno de los personajes más siniestros de la dictadura que gobernara Argentina entre los años 1976-1983. Se tratará de responder, entre otras, a las siguientes preguntas: ¿cómo surgió el bussismo?, ¿cuáles fueron los principales recursos discursivos con los que interpeló a los tucumanos?, ¿porqué pudo haber contado con el apoyo electoral que contó?, y si se trató de un rebrote autoritario. Pero, antes de estudiar al Bussi político (Cap. IV), nos parece imprescindible reconstruir el discurso de Bussi durante la dictadura militar (Cap. II), ya que éste constituyó parte del capital simbólico que el militar puso en juego en su incursión en la arena política y al d... leer más
"Una vez vi como un detenido desnudo era enterrado vivo, dejándole solamente la cabeza fuera del pozo, apisonando la tierra después de mojarla para compactarla; esto duraba 48 horas. Ocasionaba calambres muy dolorosos y afecciones a la piel. En dos oportunidades presencié fusilamiento en este campo, el que efectuaba el primer disparo era el General Bussi".1 Ese mismo General, 18 años después, asumía por segunda vez el cargo de gobernador de Tucumán, sólo que en esa ocasión, elegido por el voto de los ciudadanos.
Esta tesis se propone estudiar, tomando como referencia fundamental al análisis del discurso y a la teoría de la hegemonía propuestas fundamentalmente por Laclau y Mouffe, el surgimiento y la consolidación en democracia del fenómeno del bussismo, fuerza política dirigida por uno de los personajes más siniestros de la dictadura que gobernara Argentina entre los años 1976-1983. Se tratará de responder, entre otras, a las siguientes preguntas: ¿cómo surgió el bussismo?, ¿cuáles fueron los principales recursos discursivos con los que interpeló a los tucumanos?, ¿porqué pudo haber contado con el apoyo electoral que contó?, y si se trató de un rebrote autoritario. Pero, antes de estudiar al Bussi político (Cap. IV), nos parece imprescindible reconstruir el discurso de Bussi durante la dictadura militar (Cap. II), ya que éste constituyó parte del capital simbólico que el militar puso en juego en su incursión en la arena política y al discurso democrático del "alfonsinismo" (Cap. III), dominante en la época de su surgimiento. Esta reconstrucción nos permitirá desde una perspectiva comparada detectar las continuidades y diferencias entre unos y otros discursos, para finalmente, polemizando con otras lecturas de fenómeno, ofrecer una caracterización del mismo (Cap. V.).
Pero antes de adentrarnos en la problemática específica que nos ocupará, vale la pena realizar una sintética reseña de la vida pública del General. Bussi nació en la pequeña localidad de Monte Caseros, provincia de Corrientes, y llegó a Tucumán en diciembre de 1975, para hacerse cargo del Operativo Independencia. Este operativo -que se inició el 5 de febrero de 1975- fue ordenado por el decreto 256/75 del gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón y tenía por objetivo, según reza su Artículo I°, "el exterminio del accionar subversivo" en la provincia de Tucumán.
La selección de Bussi para sustituir al General Acbel Vila -primer comandante del Operativo Independencia-, se realizó en base a su reconocida dureza y al conocimiento de las más avanzadas tácticas antiguerrilla, aprendidas durante su estancia como observador y colaborador de los marines estadounidenses en Vietnam.
El General Vila, en el acto organizado para despedirlo, declaraba: "la guerrilla ha sido aniquilada, por lo que se ha asegurado la seguridad y tranquilidad de la población" (La Gaceta 03/12/1975).2 Sin embargo, y a pesar del terror que había reinado durante su gestión al frente del Operativo, a Tucumán le esperaba la etapa más cruenta de su historia. Durante la comandancia de Bussi, y sobre todo a partir del golpe de Estado de marzo de 1976 que lo llevó a ocupar la gobernación, la represión se incrementó notablemente y se extendió de los cerros -lugar donde según el propio ejército se encontraba la guerrilla- a toda la provincia.
"A la provincia de Tucumán le cupo el siniestro privilegio de haber inaugurado la 'institución' Centro Clandestino de Detención, como una de las herramientas fundamentales del sistema de represión montado en la Argentina" (CONADEP, 1984: 213). Este primer centro de detención se ubicaba en la localidad de Famaillá, distante a 35 Km. de la capital y fue conocido por el nombre "La Escuelita". A partir de esta experiencia, se establecieron en la provincia otros trece centros clandestinos de detención: la Jefatura Central de Policía, el Comando Radioeléctrico, el Cuartel de Bomberos, la Escuela de Educación Física, la Compañía de Arsenales "Miguel de Azcuénaga", la Escuela "República del Perú", "El Reformatorio", "El Motel", Nueva Baviera, la comisaría de Monteros, los ex ingenios Lúles, Bella Vista y Fronterita. Estos centros de detención, "fueron pasando de pequeñas casas o sótanos muy bien disimulados a grandes instalaciones" (CONADEP, 1984: 214).
Por ahí pasaron cientos de personas que vivieron los tormentos de la tortura y todo tipo de vejaciones. Muchos de ellos engrosaron las listas de desaparecidos, otros, las de "muertos en combate". Al momento en el que Bussi dejaba la gobernación de Tucumán la cifra de desaparecidos ascendía a 503 y la de supuestos guerrilleros "muertos en enfrentamientos", llegaba a 242. Si a estos se le agregan los detenidos, la cifra de víctimas directas de la dictadura en Tucumán asciende a cerca de 4000. Sin contar los despedidos y cesanteados de sus trabajos y las víctimas de expropiaciones e incautaciones injustificadas, en Tucumán -que en esa época contaba con cerca de 800.000 habitantes- 5 de cada 1000 habitantes, sufrieron directamente los efectos de la represión.
El artículo 5° de la Ley antisubversiva aplicado en el ámbito académico significó el despido, encarcelamiento de docentes y cierre de carreras y cátedras. Más de 160 estudiantes, docentes, graduados y no docentes desaparecieron desde que se inició el Operativo Independencia, luego de que se creara en el ámbito universitario el Servicio de Seguridad y Vigilancia (SSV), que actuara en forma coordinada con el destacamento de inteligencia N° 142 y el Servicio de Inteligencia del Estado -SIDE-, y se habilitaran dos dependencias de la Universidad de Tucumán, la Escuela Universitaria de Educación Física y el Pabellón Universitario San Javier como campos de concentración.
En este periodo también se registra el secuestro y desaparición de gran cantidad de dirigentes gremiales, especialmente de la Federación de Obreros, Empleados y Trabajadores del Azúcar -FOETRA- y de la Federación de Obreros y Trabajadores de la Industria Azucarera -FOTIA-, muchos de los cuales nunca se supo que tuvieran vinculación alguna con la guerrilla.
Pero todo este accionar represivo fue acompañado por una gestión que, en términos de obra pública, marcaría importantes diferencias con los gobiernos democráticos que le precedieron y sucedieron. Contando con un sustancial incremento de los fondos de coparticipación, que llegaron a duplicarse durante los dos primeros años del gobierno de facto, la administración de Bussi, llevó a cabo entre otras las siguientes obras: remodelación de 52 establecimientos asistenciales y construcción de 4 hospitales públicos. Construyó más de 70 kilómetros de caminos de llanura, 14 complejos polideportivos; instaló 46 mil metro de cañerías con lo que llegó el agua potable a 3.700 pobladores; terminó la construcción de la planta potabilizadora "El Cadillal", 80 escuelas y el dique de embalse La Angostura.
Esa obra pública -una de las principales banderas que levantara el bussismo en las campañas electorales posteriores-, se realizó también con el apoyo financiero del Fondo Patriótico Azucarero.3 Con sus aportes, "es posible afirmar que, mensualmente, la administración bussista dispuso de 6 millones de dólares extraordinarios, es decir, más allá de los recursos legítimos" (López Echagüe, 1991: 207).4
Pero la tan mentada capacidad realizativa del General, tenía su lado oscuro: todo se hizo ignorando la denominada "ley de Contabilidad" (licitaciones públicas) y a través de un Consejo de Control Operativo que jamás dio explicaciones de sus actos.
La provincia de Tucumán -"ejemplo" de la dictadura militar-, empezaría en los años posteriores al Proceso a experimentar una de sus crisis económicas más profundas. Es en este contexto en el que la obra pública de la gestión del primer gobierno de Bussi se hacía más relevante. Este último aspecto, frecuentemente olvidado por toda la oposición al bussismo, fue uno de los pilares de sus campañas electorales y funcionaba como un parámetro de una gestión "eficiente", que contrastaba notablemente con las administraciones posteriores.
En el año 1987, tres años después de la caída de la dictadura, Bussi -a pesar de haber sido beneficiado por las leyes de "Obediencia Debida" y "Punto Final" dictadas por el gobierno de Alfonsín- es citado por la justicia tucumana para declarar por un caso de sustracción de menores. A la salida de los tribunales unas veinte personas lo esperaban para expresarle su reconocimiento por lo realizado durante su gestión en los años setentas. Este hecho fue tres meses antes de las elecciones realizadas en octubre de 1987. A partir de allí, según sus propias declaraciones, Bussi comienza a considerar la posibilidad de lanzar su carrera política. Dos meses más tarde -veinte días antes de las elecciones-, presenta su candidatura a gobernador de la provincia representando al Partido Bandera Blanca, agrupación política marginal que estaba a punto de perder su personería jurídica por no haber alcanzado el mínimo de votos exigidos por la ley ( el 2% del padrón electoral).
Casi sin campaña electoral (sólo había sacado unas cuantas solicitadas en los diarios locales), consigue la suma de 100.000 votos, lo que representaba el 20 % del padrón. Meses después rompe con Bandera Blanca y funda el partido Fuerza Republicana. De ahí en más, su partido experimentó un crecimiento sostenido hasta alcanzar la gobernación de Tucumán en el año 1995, con el 48% de los votos.
El desempeño electoral de Bussi provocó la indignación de las personas y Organismos comprometidos con la defensa de los derechos humanos y la sorpresa de las élites políticas. La idea dominante de la época, de que cualquier persona relacionada con el Proceso recibiría un enérgico rechazo por parte de la población, se basaba no sólo en que la violación sistemática de los derechos humanos eran hechos ampliamente conocidos, sino además en el rotundo fracaso del proyecto económico de los militares, los casos de corrupción que habían salido a la luz y, sobre todo, en la derrota en Malvinas (1982), hecho que aceleró la salida de los militares del poder. Muy pocos esperaban que uno de los hombres emblemáticos de la brutalidad criminal del Proceso de Reorganización Nacional, pudiera participar del juego democrático y, mucho menos, que tuviera un buen desempeño electoral.5 Sin embargo, tiempo después, diferentes estudios trataron de explicar el fenómeno del bussismo y las razones de su surgimiento.
En el capítulo final de este trabajo (Cap. V) se polemiza con estas lecturas del bussismo pero, como ya se señalara, antes se considera necesario indagar cúal era el capital simbólico-político con el que contaba al momento de su presentación como candidato. Por eso se analiza el periodo que va desde que se hace cargo del Operativo Independencia -diciembre de 1975-, luego su asunción como gobernador de facto de la provincia de Tucumán -marzo de 1976- hasta el momento en que deja ese cargo a finales de 1977. A continuación se estudia el periodo de apertura e instalación de la democracia en Argentina, para dar cuenta del contexto, aparentemente desfavorable, en el que nació el bussismo. Después, se aborda al bussismo como fenómeno político que irrumpió en la arena política democrática, modificando el sistema de partidos que había dominado en la provincia de Tucumán durante más de 50 años. Finalmente, se realiza un análisis comparativo de los discursos bussistas entre sí (durante la dictadura y en democracia) y con el que se denomina en el Cap. III discurso democrático.
La estructura de la tesis sigue el siguiente capitulado:
En el capítulo 1 se plantea el marco teórico con el que se cree mejor se puede dar cuenta del bussismo. En él se desarrollan los conceptos básicos de la teoría de la hegemonía y el análisis de discursos, las nociones de discurso, articulación, hegemonía, mito, dislocación y posición de sujeto.
En el capítulo 2, se analiza la producción discursiva de Bussi, primero como comandante del V Cuerpo de Ejército con asiento en Tucumán y Comandante en Jefe del Operativo Independencia y después como gobernador de facto de la misma provincia. En primer lugar, se indaga cual fue el contexto en el que tuvo lugar el discurso autoritario de Bussi y cÓmo se iba preanunciando el golpe de Estado de 1976. Para ello se presentan brevemente los discursos producidos por el gobierno justicialista de Isabel Martínez de Perón, del principal partido de la oposición, la Unión Cívica Radial -UCR- y de la guerrilla. Se presta especial atención a los argumentos con los que se justificó la intervención del ejército en asuntos de seguridad interna y las reacciones que esa decisión produjo en el ámbito político. Después se analizan más en detalle el discurso del ejército y especialmente de Bussi durante el Operativo Independencia. A partir de ese análisis se puede comprobar cómo se definió en primera instancia al enemigo ("la subversión apatrida") y las posteriores redefiníciones que justificaron la intervención del ejército, no sólo en el terreno militar, sino fundamentalmente en el político, que se consumó con el golpe de Estado. A partir de ese momento se estudia a grandes rasgos el discurso del Proceso de Reorganización Nacional que, según nuestra perspectiva, se organizaba en torno al significante Orden y cuyo contenido se expresaba en los mitos de la "guerra contra la subversión" o "guerra sucia" y en el de la "economía del libre mercado". Este estudio permite identificar el marco general en el que se inscribió el discurso específico del Proceso de Reorganización Provincial, que tenía en Bussi a su principal ejecutor. Se sostiene que, a diferencia del Proceso Nacional, los mitos que sostuvieron el discurso bussista fueron una expresión más virulenta de la "guerra sucia" y el de la capacidad realizativa, en términos de obra pública.
En el capítulo 3, se estudian los primeros indicios de apertura política (1981), el derrumbe de la dictadura militar, la constitución de una nueva hegemonía política en Argentina y los primeros síntomas de su dislocación. Se postula que esa hegemonía estuvo organizada por el significante democracia, que tenía en el alfonsinismo a su principal exponente. Se trata de demostrar que después de la derrota de Malvinas (1982), en Argentina se produjo la dislocación definitiva del orden dominante, que abrió posibilidades para la constitución de un nuevo orden y que ese nuevo orden se comenzó a constituir a partir de la denuncia de un supuesto pacto entre sindicalistas -que buscaban mantener el control de los sindicatos- y militares -que trataban de evitar ser sometidos a la justicia por la violación a los derechos humanos y por lo actuado en la guerra de Malvinas-. La denuncia del pacto permitió introducir pautas demarcatorias fundamentales en la política argentina de la época y reconfiguró el campo que se había constituido como anti dictadura. Alfonsín, sin haber sido el primero que denunció el pacto, fue quien pudo sacar un mayor rédito político de él; en primer lugar por las posiciones críticas que mantuvo durante el régimen militar, y en segundo lugar, por haberlo incorporado y articulado a la lucha por la definición del régimen democrático que se venía. Se sostiene que el mérito del alfonsinismo fue haber introducido una novedad política al proponer que esta debía tener como referencia fundamental e irrenunciable a la democracia, definida no sólo como un conjunto de reglas. La democracia, en la versión alfonsinista, pudo organizar el campo político porque sirvió de superficie de inscripción de un conjunto de demandas que iban desde la libertad y garantía de los derechos civiles y políticos, hasta las mejoras de tipo salarial. Esta ampliación de la definición de la democracia, le permitía al alfonsinismo interpelar a una cantidad importante de personas y grupos y ubicarse con ventajas ante PJ, que no podía resolver sus conflictos internos y que se limitaba a apelar a la memoria de los logros del pasado, conseguidos en las mejores épocas de Perón. Esta ventaja se concretó en el triunfo de la UCR en las elecciones de 1983. Con el radicalismo en el gobierno, Alfonsín se propuso resolver, simultáneamente, dos de los problemas que más le preocupaban: el de la democratización de los sindicatos y el de los juicios y la reestructuración de las fuerzas armadas. La lectura que hacía el alfonsinismo era que el problema que nunca había podido resolver la Argentina, era el de la imposibilidad de construir un centro de gravedad político, que rompiera con el empate crónico al que llevaba la capacidad de veto de las corporaciones (ejército y sindicatos). Ese empate crónico conducía a la parálisis y a la recurrente interrupción del régimen democrático. La idea de emprender lo más pronto posible las reformas en los ámbitos militar y sindical, se basaba en el supuesto de que en ambos estamentos, había sectores proclives al cambio que se plegarían a las propuestas reformistas del gobierno, con lo cual se rompería la lógica corporativa. El gobierno quería aprovechar la legitimidad que le había dado la ciudadanía en las urnas. Ambos proyectos fracasaron: la ley sindical fue rechazada en el Congreso, y los sindicalistas, montados en el pésimo desempeño de la economía, se fortalecieron como oposición. En cuanto a las reformas militares, algunas fueron aprobadas, pero su objetivo central, que era saldar las cuentas con el pasado no fue alcanzado. Para responder a esta demanda, el gobierno propuso dos mecanismos: que se distinguieran niveles de responsabilidad en la violación a los derechos humanos, dejando libre por medio de la invocación de la obediencia debida a aquellos que habían actuado bajo órdenes de superiores, y que las denuncias fueran atendidas en primera instancia por la justicia militar con una instancia civil de apelación. La primera de estas estrategias fracasó al momento en que se introdujo una enmienda propuesta por el senador Sapag de la provincia de Neuquen, que excluía de la obediencia debida a los crímenes de lesa humanidad y al secuestro de niños, pues la mayoría de los casos denunciados se encuadraban en esas figuras. La segunda tuvo un revés cuando los tribunales militares se negaron a encarar seriamente el juicio a sus pares, con lo que la mayoría de los casos fueron apelados y pasaron a la justicia civil. Esto llevó a que un sector de militares se sublevara e impusiera las leyes de obediencia debida y punto final, hechos que llevaron a que el gobierno se enfrentara con sectores que reclamaban el juicio y castigo a los represores y que anteriormente lo habían apoyado.
Mientras los enemigos se fortalecían, el gobierno se ganaba cada vez más opositores. La situación económica, de mala pasó a ser gravísima, con dos brotes hiperinflacionarios, el gobierno de la UCR perdió por amplio margen las elecciones con Carlos Menem y tuvo que entregar el mando cinco meses antes de lo previsto.
En el capítulo 4, se estudia el surgimiento y la consolidación del bussismo como fuerza política. En primer lugar, se trata de reconstruir el contexto político y social de la época en la provincia de Tucumán. En función de ello, se analiza el desempeño del gobierno peronista en la provincia, el rol de la oposición y el conjunto de demandas sociales que se planteaban en el año 1987, en que se presenta Bussi por primera vez a elecciones para disputar el cargo de gobernador. Una vez planteado el contexto, se estudian cuales eran las demandas a las que su discurso hacía de soporte. Esto sirve para explorar cuales fueron las personas y grupos que se sintieron interpelados por la propuesta bussista y que después pasaron a ser su base electoral y organizativa. Independientemente de que una buena parte de la propuesta bussista consistía en un llamado a realizar una reedición de un pasado supuestamente glorioso, en este capítulo se sostiene que entre el Bussi militar y el Bussi político se pueden advertir importantes diferencias. En la sección final de este capítulo, se presentan sintéticamente, las diferentes lecturas o interpretaciones que se realizaron sobre el bussismo, las cuales serán retomadas críticamente en el Cap. V.
En el capítulo 5, se realiza un resumen de los discursos analizados en los Cap. II, III y IV, para después detectar cuáles fueron los referentes que organizaron a cada uno de ellos. Una vez ubicados, esos referentes se analizan y comparan las distintas cadenas de equivalencias que articulaban y cómo éstas servían para caracterizar la situación, proponer un programa e intervenir en la lucha por la dirección política. A partir de estos elementos se comparan las diferentes formas en que se definían los lugares de los respectivos amigos y enemigos y dónde residía su capacidad interpelatoria. Ello permite realizar una lectura crítica en la que se cuestionan los diferentes estudios que se hicieron del bussismo, reseñados en la sección final del Cap. I, para finalmente ofrecer una caracterización del fenómeno estudiado.6
NOTAS
1 Pasaje del testimonio presentado ante la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas -CONADEP- por el gendarme Ornar Eduardo Torres, Legajo N° 6667 (CONADEP, Nunca Más, 1984: 216¬217).
2 Las palabras de Vila serían confirmadas por los informes del Servicio de Inteligencia del Estado -SIDE- que confirmaban que a inicios de 1976, "las bandas estaban aniquiladas y solo quedaban en el monte 4 ó 5 delincuentes dispersos" (FAMUS, Operación Independencia, 1988: 200).
3 Esta organización, creada el 26 de agosto de 1976, por decreto ley número 4.536, estaba integrada por las principales industrias azucareras de la provincia.
4 Los fondos provenientes de la coparticipación federal eran, en esa época, de 5.000.000 de dólares.
5 Cerca de novecientas denuncias por violación a los derechos humanos, asesinato, sustracción de menores, usurpación de la propiedad, abuso de autoridad, etc., se registran en las distintas instancias de la justicia argentina e internacional. Esto le otorga a Bussi el triste privilegio de ser el militar argentino sobre el que más denuncias pesan en su contra.
6 Muchos de los trabajos con los que polemizamos tratan de demostrar que Bussi sigue siendo el mismo asesino del Proceso, cosa con la que estamos perfectamente de acuerdo. Sin embargo, e inclusive más allá de las intenciones del propio Bussi, las significaciones de los discursos no dependen exclusivamente de lo que el emisor anuncia, sino también de la superficie discursiva en la que ese discurso se inscribe.
- Introducción General
- 1. Hegemonía y discurso
- 2. El discurso de la muerte
- 3. El alfonsinismo y la definición de la democracia
- 4. El bussismo, una forma diferente de entender a la democracia
- 5. Balance y discusión final
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- La Prensa, Buenos Aires.
- La Razón, Buenos Aires.
- La Tarde, Tucumán.
-La Opinión, Buenos Aires.
-Siglo XXI, Tucumán.